Con toda la fe del mundo, la FIVB publicó hace tres días su calendario para jugar la VNL, tanto en masculino como en femenino.
El voleibol, en Europa, está volviendo, y pese a que aquí ya se anuncia la reactivación, aún no hay nada concreto y parece difícil que podamos ver nuestro deporte amado en las próximas semanas.
En el viejo continente el panorama es diferente, viven una nueva normalidad verdadera y ya el balón está volando de nuevo. Ante eso, el máximo ente del voleibol anunció el calendario de la VNL para próximo año, sin grandes modificaciones, algo que hubiese sonado razonable debido a la crisis que afecta a muchos países de América.
Supuestamente, del 11 al 13 de mayo, la VNL, en su rama femenina, aterrizaría en Brasil, un país golpeando hondamente por el nuevo coronavirus, y que aún no tiene claro si su liga se jugará, pese a que los clubes se van armando con interesantes refuerzos extranjeros.
Es muy extraño, que ante esta crisis sanitaria que vive el mundo, la Federación Internacional no haya hecho modificaciones en un campeonato que ya desde antes del COVID-19, era agotador, intenso y difícil de llevarle el hilo para cualquier mortal.
El formato no cambió, serán 16 equipos en competencia, 5 semanas de largos viajes y una más para definir a los campeones, que será en China. ¿No es un torneo demasiado ambicioso considerando la situación que se vive?
Sin ninguna duda, los países que son sedes darán las garantías para jugar bajo un protocolo que las mantenga protegidas, pero, ¿también podrán asegurar la integridad de las jugadoras y demás acompañantes en los aeropuertos?, ¿no son acaso uno de los lugares con mayor riesgo de contagio?
¿Que hay de la taquilla?, es muy poco probable que las tribunas lleguen a estar abarrotadas de hinchas, haciendo que la el retorno de inversión sea mínimo o inexistente.
Realmente, creo que hay mucho más por evaluar antes de dar por inaugurado un calendario que a millas no se adapta a la nueva realidad en que vivimos.